lunes, 9 de mayo de 2011

CUENTO DEL OSO DEL BOSQUE

El Oso del Bosque se quejaba siempre porque no era capaz de encontrar a una mujer que quisiera ser su compañera, mostrando al observador sus sentimientos de inadecuación. En otros tiempos, solía proclamar la multitud de cualidades que debería poseer cualquier hembra que llegara a tener el honor de ser su mujer, revelando su exagerada, y aun así, frágil vanidad.
Un día, el sabio padre de Oso del Bosque lo llamó y tuvo una charla con su confundido hijo. Dijo a Oso del Bosque que él mismo se había creado su soledad. Le explicó que las mujeres evitan a los hombres que se niegan a ver la belleza interna en las demás personas, limitándose al cuerpo físico o a las ventajas sociales.
El hombre que busca la perfección total en una mujer muestra al mundo que está profundamente herido y que no tiene una idea real de lo que es un hombre. Si un hombre sabe quién es y qué quiere, puede aceptar sus fuerzas y sus errores con igual humildad.
Cuando un hombre ha sanado sus inseguridades, no necesita que una mujer perfecta llene lo que a él le falta. Puede amar a los demás por lo que son, no por lo que parecen o lo que hacen.
El padre del Oso del Bosque esperó que sus palabras hicieran mella en él, y entonces habló con su corazón:
Hijo mío, todos los seres humanos usan cualquier método para defender las heridas que tienen dentro, pero es el uso de esas mismas defensas lo que impide que la gente se cure. No puedes disparar flechas al mundo con tus palabras y actitudes sin hacer daño a otras personas heridas que también defenderán sus heridas con sus propias flechas
Cuento de la Octava Luna del libro “La medicina de la Tierra” de Jamie Sams

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