EL CAÁ YARÍ
Esta interesante
leyenda, india en su origen, y modificada después, en la época de
la dominación jesuítica, es exclusiva de los Yerbales Paraguayos y
sus protagonistas son los mineros (1) .
Dios acompañado por
San Juan y San Pedro bajó a la tierra y se puso a viajar. Un día,
después de una jornada penosa, llegaron a casa de un viejito, padre
de una hija joven y bella, a quien quería tanto que para que se
conservara siempre inocente fue a vivir con ella y su mujer en medio
del bosque espeso, en donde aún no había penetrado hombre alguno.
El viejito era
sumamente pobre, pero, a pesar de eso, tratándose de forasteros,
los hospedó lo mejor que pudo, y mató en su obsequio la única
gallina que tenía y se la sirvió en la cena.
Al ver esta acción, y
cuando quedaron solos, Dios preguntó a San Pedro y San Juan qué
harían ellos en su lugar, a lo que contestaron ambos que premiarían
largamente al viejito.
Dios, entonces, lo
hizo llamar, y le dijo estas palabras, "Tu que eres pobre has
sido generoso, yo te premiaré por esto. Tú posees una hija que es
pura e inocente y a quien quieres mucho; yo la haré inmortal, para
que jamás desaparezca de la tierra".
Y Dios la transformó
en la planta de la yerba mate, y desde entonces la yerba existe, y
aunque se corte vuelve a brotar.
Pero los mineros dicen
que en vez de transformarla en yerba, la hizo dueña de la yerba, y
que existe aún en los yerbales, ayudando a los que hacen pacto con
ella.
El minero que quiere
hacer pacto con la Caá Yarí, espera la semana Santa, y si está
cerca de un pueblo entra a la iglesia, y promete formalmente que
vivirá siempre en los montes, se amigará con ella, jurando al mismo
tiempo no tener trato alguno con otra mujer.
Hecho este voto, se
encamina al monte, depositando en una mata de yerba un papel con su
nombre y la hora en que volverá para encontrarse con ella.
El día de la cita, el
minero debe tener gran presencia de ánimo, pues la Caá Yarí, para
probar su valor, antes de presentarse, lanza sobre él víboras,
sapos, fieras y otros animales propios del monte, sin otro objeto que
el de probarlo.
En recompensa de su
serenidad, se aparece la Caá Yarí, joven, hermosa y rubia. Entonces
el minero renueva sus juramentos de fidelidad y desde aquel día,
cuando va a cortar yerba, cae en dulce sueño, durante el cual la Caá
Yarí le prepara el rairo (2) con diez y ocho a veinte arrobas de
peso, acompañándole al despertar y ayudándole a sostenerlo por
detrás, hasta llegar a la balanza. Como la Caá Yarí es invisible
para todos, menos para él, se sube sobre el rairo, aumentando así
su peso al entregarlo. De esta manera la ganancia del minero es
mayor, pues trabaja a tanto la arroba.
Pero ¡pobre del
minero que le sea infiel con otra mujer!. La Caá Yarí despechada,
no perdona, mata.
Y cuando algún minero
guapo muere en los yerbales de cualquier enfermedad, si él ha sido
de carácter taciturno, los compañeros se susurran al oído:
traicionó a la Caá Yarí.
La Caá Yarí se ha
vengado.
Este leyenda mezcla de
profano y de sagrado, salta a la vista que, en su origen, no debió
ser así, pues la primera parte ha de haber sido agregada
posteriormente.
El bosque se presta
para las leyendas, y raros son los países en que él abunde y no
posean algunas, y hasta una misma se modifique muchas veces de
provincia en provincia.
(1) minero es el
termino yerbatero, empleado en el Paraguay, que sirve para indicar a
los peones que van directamente al monte a descargar las plantas de
yerba mate, y a esta operación se la llama: trabajo de mina.
(2) Rairo es otro
término yerbatero, que sirve para indicar el paquete de hojas de
yerba colocadas en una especie de red de cuero, de forma cuadrada, y
que el minero lleva a la espalda, sujetándola con dos asas debajo de
los brazos. Generalmente pesa de ocho a diez arrobas, o se 80 a 100
Kilos.